jueves, mayo 04, 2006

El faro




En mis sueños navegaba al sol en un velero rumbo al fin del mundo, allí donde el cielo se fundía con el mar. La ultima frontera, el ultimo recoveco del planeta antes de que el océano se precipitara en un salto infinito hacia el abismo; aquel lejano horizonte era una brecha en la inmensidad, allí se encontraba el país desconocido, el punto más remoto de La tierra, y coloreando su cielo de malva y calabaza un enorme sol sumergiéndose bajo las aguas.
En mis presagios el viento de popa sacudía las velas con fuerza y velozmente hacía cabalgar el barco sobre las olas; Con el barlovento y los astros al timón, aquel cascarón de nuez surcaba la mar desorientado en busca de algún jirón de tierra al que arribar. Hasta que una noche el velero naufragó y la tempestad me arrastró hacia su costa.
Bajo la lluvia se divisaba una tímida luz parpadeando en la lejanía. Un quinqué en el túnel, como una estrella en la galaxia rodando ingrávida en el vacío, expandiendo su luz en todas la direcciones. Su rayo blanco giraba en la noche recorriendo sigilosamente los puntos cardinales.
Era el faro que iluminaba mis sueños, habitando un remoto islote perdido en el tiempo y el océano; un diminuto resplandor en la eternidad, una antorcha en la mar, acariciando las nubes, inerte, omnipresente, a merced de los elementos.
Al amanecer desperté con la resaca de agua y espuma acariciándome los pies, perfumado de salitre y con la suave brisa que acompaña a la calma tras la tormenta susurrándome al oído. Y sobre mi, incrustado en la roqueda se alzaba hacia el cielo el lugar que había estado buscando toda la vida, el faro de mi sino.
Su nombre es Julen; él es el guardián de la isla, la lumbre de la vela que parpadea en la galerna, el rayo de sol que corta la noche de temporal. Es la llama que templa y decolora mi soledad; El faro que velará por mí, el lugar en alguna parte que cada persona busca en su vida y que yo un día encontré, el rincón donde late mi corazón, el lugar donde quiero morir; mi nación futura.