miércoles, mayo 09, 2007

Luna



En algún lugar entre Granada e Illinois existe una voz quebrada de mujer desgarrando la madrugada, empañando las miradas de aquellos que le escuchan entonar estrofas repletas de sentimiento y emoción. Desde la pequeña atalaya de un taburete, posa sus pies sobre el escabel, flotando en la penumbra del escenario, abrazando su guitarra con sensibilidad; punteando acordes con los que ensamblar sus letras, arropándolas con armonía, hilvanado ritmos con talento artístico y la destreza de sus dedos sobre la vihuela. Frente a un pie de micrófono con hedor a whisky rancio y cenicero, brotan melodías de su corazón; dibujando historias y retratos con el hermoso color de su voz.

El humo de los cigarrillos nubla los haces de luz de los focos; la tímida lumbre de los quinqués parpadea sobre las mesas, mientras la magia de sus notas encadenadas envuelve cada esquina del local. Y en esas noches de sombras, en que el aroma a perfume barato, licor y nicotina invade cada rincón, condensando la atmósfera hasta copar cada bocanada de aire, los borrachos babean sobre las baladas entre sonoras carcajadas que turban su afinación. Pero a pesar de los bramidos beodos y la humareda de la cantina, siempre despide las actuaciones entre vítores y ovaciones.

Sus canciones cuentan historias de caminos al fin del mundo; de amores fugaces en la frontera; de rutas con sabor a neumático, gasolina y carmín. En su música habita el espíritu de los clubs de carretera, el rock and roll de las gasolineras, el blues de las almas mensajeras que ruedan entre las aceras.

Se llama Luna, y la música es su vida. Anhela las calles bajo La alhambra, pero su hogar reside donde su corazón siente la vida con intensidad. Allí, en escena, donde sus sueños se hacen realidad. Cada navidad canta a su tierra, evocando a los campanilleros del campo andaluz; mientras en la madrugada de Chicago un año mas ha comenzado a nevar….