viernes, marzo 16, 2007

Los pájaros


Surgieron de un crepúsculo escarlata azafranado, como una gran mácula que desgarrada del sol se fue esparciendo sobre el atardecer en el horizonte. Era una gran nube de gaviotas graznando exaltadas, dibujando estelas rojigualdas en el ocaso. La mancha alada se propagó sobre el cielo con un intenso fragor, ocultando en su asalto las estrellas del firmamento. Las gavinas invadieron todos los rincones del lugar; y una vez emplazadas uniformaron su clamor para arropar el vuelo de las voraces águilas; los coroneles avícolas de la incursión.

Con las rapaces llegó la tempestad; los pájaros pequeños se ocultaron para guarecerse, mientras el vuelo de los aguiluchos se tornó más excelso y sublime bajo la tormenta. La guerra aviar fue cruenta, atestada de encarnizadas batallas y perversidad. Y tras la contienda animal, el cielo quedó enjaulado, custodiado por carceleros alados, que encerraron y asesinaron palomas blancas en nombre de la libertad. La sangre de las tórtolas escribió con tinta roja esta historia de infamia e iniquidad.

Durante cuarenta largos años la autocracia de los guardianes voladores esclavizó las voluntades de los derrocados, subyugó el albedrío colectivo, cautivando las ideas, extinguiendo los anhelos, exterminando la discordia.

Un nuevo amanecer se llevó el dominio tiránico del absolutismo; regresaron muchas aves exiliadas de ultramar, cayeron inmensos barrotes del cielo; y aunque algunos travesaños de acero aún penden de las nubes, los pájaros pueden deslizarse y planear por el ancho azul, dibujando acrobacias etéreas, revoloteando ingravidos, alzando el vuelo sin tener que migrar cara al sol…