jueves, octubre 04, 2007

El triangulo


Una mujer arrastra sus pies por los pasillos de la Terminal, como si los momentos recién vividos o su equipaje de mano le impidieran caminar. Los recuerdos empañan su mirada tras unas grandes gafas tintadas, mientras la melancolía ancla su paso frente a la puerta de embarque, aguardando que al otro lado del teléfono adviertan su llamada.

A esas horas el tráfico colapsa el cinturón de la ciudad, y mientras los motores murmullan sobre el asfalto, el sol se va escondiendo tras las torres de oficinas en el horizonte, donde muere la autopista. Y allí en medio del colapso un hombre de mediana edad habla a través de su auricular, asiendo el volante con una mano, mientras la otra sintoniza una emisora musical en el dial. El ruido de la caravana, los acordes electrónicos y la conversación le impiden advertir el tímido timbre de otra llamada, perdida en el tumulto.

A pocos kilómetros una mujer apura un cigarrillo al teléfono, vigilando la calle desde la terraza de su apartamento. Del sofá a la azotea pasea inquieta mientras escucha el desconcierto de la carretera al otro lado de las ondas. Observa el minutero impaciente entre los gritos de sus niños jugueteando en el salón. Enciende otro pitillo mientras tiende la ropa al viento, bajo el vuelo raso de un avión, que alza su viaje hacia el ocaso…