jueves, junio 01, 2006

El viejo


Allí estaba sentado de nuevo, balanceando los pies desde una banqueta en su esquina de la taberna; Con su canosa cabeza inclinada sobre el diario, intentando pescar algún titular del nublado galimatías de letras en el que perdía su vista cansada. Aferra sus dedos a una copa de vino, intentando domar el temblor que sacude su pulso, aunque siempre acaba derramando algo de licor por su delgada barbilla.
Evita ver el reflejo de su anciano semblante, un rostro pálido y demacrado, casi cadavérico, consumido por el tiempo y la enfermedad. Con expresión exhausta siempre fiel a su cita con el periódico, en su rincón del bar.
En ocasiones empaña su abatida mirada, nadie sabe si lo provoca el humo del cigarrillo que con celo apura, o si es la melancolía robándole con cada lágrima recuerdos fugaces de su frágil memoria.
Los niños escarnecen su torpeza, la nostalgia tortura sus sueños, la tristeza le ha robado el apetito y pocas cosas dan más sentido a la vida que un vaso de crianza en su recodo de la cantina.
Pobre abuelo solitario, ni el pasado acompaña sus horas. El corazón aun le late, pero su espíritu hace mucho tiempo que se desvaneció. Vaga exánime por el barrio en busca de algo que en algún tiempo perdió y que ya ni siquiera recuerda.
Toma asiento en su cobijo de la taberna, extenuado de rastrear las calles sin rumbo ni éxito, ya es muy viejo, lo sabe y no le queda demasiado tiempo para lamentarlo…