martes, mayo 30, 2006

Libertad




Miles de voces corean un mismo canto, un credo de igualdad, un himno a la tolerancia; Millones de puños alzados, manos que se aferran a símbolos y banderas bajo los que entonar un mismo grito: LIBERTAD!
LIBERTAD al pueblo oprimido por la dictadura; A ese que toma las calles para combatir al tirano, que lucha por sus derechos, por la igualdad, por la tolerancia, en busca de su supervivencia económica. A esas buenas gentes que son torturadas por los ejércitos de los regímenes, viéndose obligadas a vivir al capricho del villano.
LIBERTAD al pueblo que la exige frente al invasor. A aquellas gentes que cimientan el sueño de hacer de su enclave una nación sobre los pilares de su tradición, de una cultura labrada durante años. A esos pequeños países digeridos en los estómagos de los estados; A esos parajes que quieren ver ondear sus colores bajo sus cielos.
LIBERTAD para los pueblos esclavizados por los grandes colosos capitalistas; Para ese tercer mundo sometido a las multinacionales a cambio de miseria. Para esa mano de obra negra que agoniza en chabolas sin poder explotar sus propias tierras, ya que el engranaje egoísta de occidente les ha arrebatado sus cultivos.
LIBERTAD para esas culturas vecinas que se ven arrastradas hasta nuestras ciudades en busca de trabajo, o de una nueva vida con la que poder olvidar el infierno que destruye sus países. Para esas etnias y costumbres sometidas al insulto, al desprecio y a la marginación. Para los que han sido despojados de su condición humana debido a lo que son, hayan sido o de donde hayan venido.
LIBERTAD para esas miles de personas que sufren en campos de trabajo o en miserables celdas. Al preso político, al inocente inculpado, al condenado por actuar en defensa propia, al enfermo que agoniza o al ladronzuelo que no ha cometido mas delito que robar para comer.
LIBERTAD para las personas perseguidas por amar, debido a su condición sexual. Para el gay y la lesbiana que en muchas familias y países se ven obligados a disfrazar su identidad bajo un falso antifaz, motivados por la presión que impone el rechazo, la burla o “ el que dirán”; A todos aquellos que no tienen derecho a enamorarse, porque el sistema y la sociedad condenan sus sentimientos.
LIBERTAD de expresión, para poder manifestar opiniones e ideologías. Para decir lo que se quiera, como, cuando y donde se quiera. Para la prensa censada por los gobiernos; Para el ciudadano anónimo que tantas veces se ve obligado a silenciar su opinión.
LIBERTAD, tantos millones de personas sueñan contigo, con vivir a tu amparo, dormir sobre tu lecho o amar bajo tu cielo. El pueblo, el esclavo, el preso, el poeta , te suplican, te añoran ,te dedican parte de sus sueños; pero aún falta tanto tiempo para que podamos reclinar la cabeza sobre tu hombro…
Nos dices que no hay que llorar por un mundo que lucha, sino luchar por este mundo que llora, y que solo así te encontraremos. Añorada libertad, como puede haber gente tan incauta que asegure ser libre. No te rías libertad, pero es que en tu ausencia, solo nos queda el soñar.

lunes, mayo 29, 2006

Linda


Hace algún tiempo conocí a una mujer excepcional, una anciana aventurera que recorría el mundo en soledad, con un ligero equipaje de recuerdos y la única compañía de las personas que nos topábamos en su destino.
Durante horas nos relató su historia bajo el hechizo del habla argentina. Había viajado por lo largo y ancho del mundo con su marido, años felices que al enviudar no quiso que perecieran en el pasado; así que continuó recorriendo los cinco continentes dejando en la provincia de La pampa hijos y nietos a los que preocupar; más que por su salud lo que les inquietaba, según ella, era lo cara que era la vida de una trotamundos insaciable, y la poca plata que heredarían si la abuela visitara todos los países que había prometido descubrir.
Nos cautivó su conversación, el fulgor de su mirada, su gran corazón hilvanando sueños e ideas para crear una sociedad más humanizada, no dejando que la experiencia de su madurez lapidara sus ilusiones. De su vejez manaba una gran vitalidad; caminó durante horas liberando un chorro de verborrea arrollador acerca de los aromáticos tes de Sri Lanka, la vegetación exuberante de la península de Yucatán, o las largas siestas en las playas de Phuket; incluso reivindicó frente a unos estadounidenses que América se extendía de Patagonia a Alaska, y que ella como argentina, latina y del sur, era tan americana como ellos, y mancillaban el nombre del continente con el concurrente error de llamar a su país “América”.
Su nombre era Rosita, conocía mas naciones que años cargaba a sus espaldas, y ya rondaba los 80. Rebosaba vitalidad, una gran riqueza cultural labrada en su peregrinar. Cada pueblo, sus rincones, cada recuerdo eran una grieta sobre su piel, aquella tarde nosotros también grabamos un surco en nuestras almas.
Ocurrió en el transcurso de una excursión al volcán Arenal en Costa Rica, una tarde de Marzo en medio de un paisaje lunar; Al anochecer se retiró a su cabaña y allí perdimos su huella en el tiempo.
Meses después entre risas y fotografías una amiga recordó que en radio Euskadi había un programa en que viajeros y nómadas, amigos de la emisora, participaban con periodicidad relatando sus aventuras desde distintas regiones y ciudades del globo. Y cada cierto tiempo aparecía Rosita, una argentina universal, que a pesar de su avanzada edad cabalgaba sobre el mundo.
Nunca hemos cazado su rastro en las ondas. Pero aun conservo viva su imagen, exclamando con una sonrisa al saber de mi origen:
- Que linda tierra tienen! – y recordó sus días en tierras vascas, enamorada del intenso verde de los prados y de los aromas a caserío.
Y yo entre tanto pensaba: …“mas linda sos vos”.

jueves, mayo 25, 2006

La zíngara



Cada mañana Erika baila danzas húngaras en la Plaza de los héroes a cambio de unas monedas para cumplir su sueño, poder viajar al sur, a las costas de Croacia y conocer el mar. Por las noches repite los bailes gitanos ataviada de pañuelos y medallas durante un breve crucero por el Danubio bajo las luces de Budapest.
Es una hermosa zíngara de tez morena y enormes ojos de color aceituna, cabello negro azulado y una enorme sonrisa en el semblante con un pequeño lunar junto a su boca.
Hoy ha cumplido 30 años y ha cogido un tren hacia al Mediterráneo, y allí, en un crepúsculo de verano ha conocido la inmensidad. Descalza sobre la arena el gran azul estalló en su mirada, un manto acuático más grande que toda la tierra de Hungría, fue tal el empacho de grandeza que los parpados no consiguieron cerrarse sobre su absorta mirada.
Aquella playa de Dubrovnik había cambiado su vida, sus sueños, ahora deseaba encontrar el amor, envejecer allí, allende el mar, y navegar al sol.

martes, mayo 23, 2006

La vida


La vida es un ferrocarril surcando el tiempo hacia el mañana, es el tren en el que todos viajamos; en primera clase, de turista o de polizón, la riqueza compra la confortabilidad de cada compartimento, pero todos los vagones son arrastrados por la misma locomotora: la vida.
Por las ventanillas observamos el paisaje; a veces desnudo y hostil, otras, fértil y perfumado de colores. Avanzamos por anchas estepas, o serpenteamos las faldas de las montañas.
El trayecto es corto pero no está exento de accidentes. Las estaciones lo van abasteciendo de viajeros, mientras otros, resignados, deben apearse. Y con el agudo silbato del revisor la chimenea de la locomotora vomita su bocanada de vapor reanudando su viaje por la senda de acero. Muchas manos dibujan adioses en el aire, pañuelos agitados en señal de duelo, pero la despedida es breve y el ferrocarril se aleja rápidamente mientras la estación queda sumida en una densa bruma al desdibujarse tras las cortinas de lágrimas que empañan muchas de las miradas.
La serpiente mecánica surca veloz valles, acantilados, desiertos y glaciares; parajes de los que disfruta el ejecutivo, mientras es servido atentamente por un camarero. El pintor o el poeta no descuidan detalles, mientras el polizón, oculto tras unas cajas en el vagón mercancías convive entre migas de pan y roedores, sin más paisaje que las cuatro húmedas paredes del container.
Suda la frente de la anciana postrada en la cama, inquieta ante la llegada de la próxima parada; Escala que aguarda impaciente la embarazada que siente las primeras contracciones ante la cercanía del nuevo apeadero.
Todos compartimos el mismo tren, que a veces avanza estable y otras muchas con vaivén, y cuando menos lo esperamos nos apea en el andén.
Nosotros somos la energía que mueve el engranaje mecánico de la locomotora, vivimos en simbiosis con el ferrocarril. La vida no es nada sin los seres que la habitan.
Cada uno de nosotros es el tímido parpadeo de un fósforo, que tras consumirse, extingue su llama en la penumbra del recuerdo. Nosotros forjamos con nuestros pasos los senderos de tinta que escriben nuestra biografía en los billetes de ese tren; Acertado estuvo el poeta al recitar: “Caminante no hay camino, se hace camino al andar”; Somos ermitaños, proscritos y aventureros, pero siempre reos del calendario, intentando no caer cuando este derrama sus hojas mes a mes.
La vida! , Todo un enigma, quizá el secreto no está en vivir; sino en vivirla.

jueves, mayo 04, 2006

El faro




En mis sueños navegaba al sol en un velero rumbo al fin del mundo, allí donde el cielo se fundía con el mar. La ultima frontera, el ultimo recoveco del planeta antes de que el océano se precipitara en un salto infinito hacia el abismo; aquel lejano horizonte era una brecha en la inmensidad, allí se encontraba el país desconocido, el punto más remoto de La tierra, y coloreando su cielo de malva y calabaza un enorme sol sumergiéndose bajo las aguas.
En mis presagios el viento de popa sacudía las velas con fuerza y velozmente hacía cabalgar el barco sobre las olas; Con el barlovento y los astros al timón, aquel cascarón de nuez surcaba la mar desorientado en busca de algún jirón de tierra al que arribar. Hasta que una noche el velero naufragó y la tempestad me arrastró hacia su costa.
Bajo la lluvia se divisaba una tímida luz parpadeando en la lejanía. Un quinqué en el túnel, como una estrella en la galaxia rodando ingrávida en el vacío, expandiendo su luz en todas la direcciones. Su rayo blanco giraba en la noche recorriendo sigilosamente los puntos cardinales.
Era el faro que iluminaba mis sueños, habitando un remoto islote perdido en el tiempo y el océano; un diminuto resplandor en la eternidad, una antorcha en la mar, acariciando las nubes, inerte, omnipresente, a merced de los elementos.
Al amanecer desperté con la resaca de agua y espuma acariciándome los pies, perfumado de salitre y con la suave brisa que acompaña a la calma tras la tormenta susurrándome al oído. Y sobre mi, incrustado en la roqueda se alzaba hacia el cielo el lugar que había estado buscando toda la vida, el faro de mi sino.
Su nombre es Julen; él es el guardián de la isla, la lumbre de la vela que parpadea en la galerna, el rayo de sol que corta la noche de temporal. Es la llama que templa y decolora mi soledad; El faro que velará por mí, el lugar en alguna parte que cada persona busca en su vida y que yo un día encontré, el rincón donde late mi corazón, el lugar donde quiero morir; mi nación futura.