martes, julio 04, 2006

Carpe Diem


Vivimos como inmortales, planeando los años venideros, codiciando cosas, sin concebir un mundo en el que ya no existamos, sin poder esbozar en nuestros pensamientos un alba sin ocaso, un mañana sin futuro. Resulta difícil imaginar que un día todo lo que nos rodea continuará su senda en el tiempo sin nosotros. Provoca vértigo proyectar en sueños un pasaje donde lloren nuestra ausencia, una despedida sin abrazos, palabras, ni lagrimas; un adiós inconsciente, inerte. Produce pavor un porvenir donde nuestro recuerdo se haya perdido en el olvido y ni si quiera una fotografía perdure en las paginas de un viejo álbum.
Un fulgor cegador, un golpe de mar, una nota sostenida, un sueño súbito, y todo se desvanece en un segundo. Los sentidos se extinguen en una noche repentina, una brusca oscuridad que lo engulle todo y en la que no somos nada. La realidad desaparece, y lo opaco se diluye hasta tornarse invisible.
La muerte llegará mañana, o quizá se demoré algún tiempo; Mientras se hilvana mi destino yo disfruto cada línea que escribo, cada letra de Silvio, cada nuevo rincón del mundo por descubrir, el perfume a salitre del océano, el sabor a dulce de leche, los acordes que me hacen cantar, los suspiros que me susurran en la almohada, cada beso en la frente al amanecer. Hay que sentir y soñar cada momento, hasta que el tiempo nos arrebaté la vida, intentando ahogar nuestra condena en felicidad.