viernes, octubre 27, 2006

Dioses


Sucedió y ocurrirá de nuevo…

Hace cientos de años los inmortales habitaban el Olimpo, los humanos las llanuras y los mares, y los conocidos como semidioses, híbridos entre ambos mundos, llenaban de legendarias hazañas la historia de los hombres.

Los Dioses encarnaban las artes, las ciencias, la guerra o cada rincón de la naturaleza. Su poder controlaba los elementos del universo, el espacio y el tiempo, así como a todos los seres vivos del planeta. Mientras los humanos les rendían culto, levantando templos y grandes esculturas con sus imágenes. Sentían devoción y obligación hacia sus sagrados iconos. Cada ciudad, puerto o región rendía tributo a una divinidad, que se convertía en el protector de su pueblo.

En ocasiones los señores del olimpo cortejaban a algún humano del que se hubieran encaprichado, seduciéndoles, transformando su energía en lluvia de plata, unicornios alados, tornados de pétalos, centauros de agua o irresistibles semejantes. Y de alguno de estos romances nacieron semidioses; seres mortales con virtudes especiales, arropados con la mágica protección de su progenitor celestial. Las fabulas y novelas de la antigüedad narraron las epopeyas de estos héroes: Hércules, Atlas o Perseo protagonizaron gloriosos episodios de batallas y aventuras.

Y con el principio del fin de las antiguas civilizaciones desaparecieron sus dioses y leyendas de la vida de los hombres. La religión de convirtió en mitología, las imágenes en arte, las escrituras en literatura y los templos en arqueología, intentando sobrevivir a la erosión de los siglos.

Egipto, Roma, las dinastías orientales o Grecia; cada pueblo construyó sus creencias e iconos a los que adorar y rendir tributo; y el pasó del tiempo se encargó de hacer folklore de la cultura, pasado del presente. Otros símbolos y escrituras sustituyen en la actualidad a las antiguas, tratando de explicar los mismos enigmas sobre la existencia y el destino de los mortales.

El futuro traerá otras filosofías y pensamientos de entender la vida y la muerte, relegando los cultos de hoy a formar parte del recuerdo, convirtiéndolos en meros capítulos de la historia, junto a la civilización que los vivió. Sucedió y ocurrirá de nuevo…

lunes, octubre 23, 2006

Babilonia


Babilonia es una isla varada en la costa del nuevo mundo; un pequeño pedazo de tierra donde se cruzan los caminos, un laberinto vertical de ascensores y helipuertos; calles que nunca duermen, una historia y un retrato en cada esquina.

Babilonia es la gran jungla de asfalto; secuoyas de hormigón y cristal perdiéndose entre las nubes, avenidas infinitas por las que discurren ríos de taxis, razas y culturas coloreando cada rincón.

Babilonia tiene aroma a canela y café, orégano y curry, burger y brecol. Perfumada de gasóleos, polución y fragancias a boutique, grill y kebab, sándalo y Channel.

En babilonia lujo y miseria aguardan juntos el semáforo en la alameda de la vida; el broker y el obrero duermen al sol en los jardines del parque, y entre la gente la tarotista y el músico comercian con sus artes en el boulevard. Al amanecer sinagogas y mezquitas venden su fe junto a los grandes almacenes; al ocaso el ocio y el consumo abren sus puertas al dinero mientras el metro las deja abiertas al mendigo.

Babilonia es un saxo noctámbulo en un sótano a la penumbra de un tragaluz; una voz negra desgarrándose en un blues de madrugada; una estación de metro a la que arriban los sueños de las almas que la transitan.

El mundo mira hacia la gran manzana, mientras babilonia pierde la mirada en su cielo, confiando al destino que los pecados de su deshumanización no traigan de nuevo la ira y la venganza de sus victimas de entre las nubes…