El lugar del fin del mundo
Cuenta la leyenda de los antiguos marineros, que bajo los cuarenta grados de latitud sur no existe la ley, y que mas allá de los cincuenta ni si quiera existe Dios. Los navegantes de la Antártida exploran más allá, bajo la eterna noche del invierno austral. Timonean entre grandes bloques de hielo, enormes olas montañosas y gélidos vientos huracanados, intentando llegar al yermo reino azul, el lugar del fin del mundo, un paraje deshelado y desolado.
Cuenta la leyenda que más allá de una opaca, pálida, e invernal cortina blanca se esconde el rincón del fin del mundo, desdibujando sus costas tras el deshielo, cuarteando sus estepas con el desgaje polar, diluyéndose en el océano como un buque al naufragar. Es la región más inhóspita de la tierra, y la más vital para su supervivencia.
Cuentan los antiguos navegantes, que cuando el gran continente naufrague, la mar subirá mucho más allá de la última gran marea, y que sus aguas devastarán las islas y tierras bajas de La tierra. Miles de puertos y ciudades quedarán sumergidas para siempre. Pero tras la tempestad siempre llega la calma; y de alguna manera la vida y el mundo, al final, prevalecerán…